Religión, creencias y violación de derechos humanos.

En nuestros tiempos el internet ha permitido ir descubriendo como se entretejen las dinámicas institucionales de la sociedad y sus creencias, pero debido a que la tecnología esta privatizada porque tiene un costo para poder acceder a ella, por ejemplo, el internet con sitios como Facebook, twitter, youtube y demás es decir, tienes que pagar una mensualidad para recibir el servicio y contar con una computadora, también se tiene que considerar la inexistencia todavía en muchas regiones en el mundo sin este tipo de servicios), este ejemplo es el más preciso para poder entender porque el internet está funcionando como una forma de denuncia con ciertas limitaciones y muchas violaciones de derechos humanos no pueden ser documentadas.

Como consecuencia de esto, las denuncias sociales las conocemos en algunos casos cuando ya ha pasado mucho tiempo entre el hecho y el momento de la denuncia, pero lo importante de acceder a este tipo de denuncias es que nos permite hacer aun valoración de cuáles son las instituciones que debemos seguir perpetuando y permitiendo que existan. Si bien en cierto el discurso del poder nos ha educado y enseñado que la religión es inamovible y que es algo que todas las personas necesitamos para poder existir, a pesar de que en la práctica social la religión ha jugado un papel contra la misma sociedad, pues ha servido para matar, manipular y condenar a personas inocentes.

En muchas ocasiones los ministros de culto, los curas, los sacerdotes o reverendos violan constantemente las leyes promovidas por la institución que representan, pero casi siempre soy ellos  mismos los que condenan a las personas que no ejecutan y viven las conductas dictaminadas por las diferentes iglesias.

En la evidencia videografía presentada se puede dar fe de eso, un padre católico que abusa de la comunidad, pues se puede percibir durante la trasmisión del corto que las personas abusadas corresponden a un grupo social indígena, el padre de manera negligente y arbitraria tiene relaciones sexuales con su trabajadora doméstica, lo cual es un delito pero más aún, es un delito institucional. ¿Realmente existe una justificación social, para que la sociedad en general continúe financiando las instituciones religiosas que casi siempre promueven la violencia? ¿Realmente existe una justificación social para que la iglesia siga existiendo como institución? ¿Es necesario que la sociedad tenga un vínculo con instituciones religiosas para creer en dios? Si bien es cierto cada época tiene nuevas generaciones y una forma distinta de percibir, leer e interpretar al mundo. A nuestra nueva generación le toca y le corresponde corregir los discursos, mitos y creencias que le afectan y que no le permiten alcanzar el progreso en los derechos humanos en general.

En conclusión, los diferentes sujetos y actores de nuestra época debemos necesariamente promover servicios sociales que permitan el respeto, la convivencia, la tolerancia en el marco de la vida como propia y beneficio del hombre, y no a favor de las instituciones o del grupo de personas dominantes de cada época histórica.

Nombre del sacerdote implicado: José Antonio Boitrón Solano.

La Victima: Tedolinda Amaya Altamirano.

Lugar de los hechos: Ciudad de Trujillo Perú.

Debido a que el audio del video no es claro, se trascribe el mismo para mejor entendimiento de la problemática:

“Es una trampa que me han tendido”, dijo azorado al sacerdote al marido engañado quien, cámara en mano, grabó a escondidas el acto sexual durante unos segundos antes de irrumpir en la habitación.

“Reconozco mi error, cálmese”, se escucha decir al cura, a lo que el marido le increpa: “¡Cómo me voy a calmar si encuentro a mi mujer con usted y todavía con un sacerdote!”. “Ahorita me voy y denuncio ante los curas que ha estado con mi mujer”, añadió el esposo a la vez que lamentaba “ahora cómo explico esto a mis hijos”.   “El cura me acosó sexualmente, era forzada a satisfacer sus deseos”, la mujer fue despedida de la parroquia, dijo que ha enviado una carta notarial al cura Boitrón Solano, pidiéndole el pago de quince años por tiempo de servicios y que reconozca al hijo. “Pese al incidente el cura trabaja normalmente, realiza las misas diarias e imparte la comunión a los feligreses de su parroquia”.