Articulo reconstruido por la victima de los hechos, ya que la verdad histórica fue censurada por la revista Emeequis para que la casa editorial aceptara la publicación, ya que en ese entonces estaba totalmente prohibido mencionar el nombre del gobernador en publicaciones no autorizadas por la Secretaria de Gobierno del Estado de México. Además que la nota periodística al sufrir modificaciones por la misma edición, equivoco momentos de la tragedia de Agustín Humberto Estrada Negrete y algunos hechos quedaron totalmente tergiversados por el autor del artículo, lo rescatable de la nota, lo es el hecho de que el abuso por parte del gobernador existió y muchos medios de comunicación, incluyendo la revista Emmeequis, aunque con muchos errores dio fe de la existencia de la violación a los derechos humanos.
Nota periodista publicada el 20 de septiembre del 2010 Por Alejandro Almazán de la revista Emeequis.
Fotografía: Christian Palma (Las fotografías presentadas en este artículo ganaron el premio de periodismo Rostros de la Discriminación 2010). Es de suma importancia resaltar que la historia de Agustín Humberto Estrada Negrete gano en otro medio de comunicación el premio de periodismo Rostros de la Discriminación y Agustín Estrada Negrete fue nominado y nombrado “El Rostro de la Discriminación 2010”.
Profesor de educación especial, Agustín Estrada levantó de la nada el Centro de Atención Múltiple en Ecatepec, Estado de México, en el que niños con discapacidad recibieron atención escolar. Pugnó, y logró, que el Congreso local aprobara una ley que obliga al gobierno a dar secundaria y preparatoria a niños y adolescentes con discapacidad. Su vida transcurría con normalidad hasta que llegó el 17 de mayo de 2007, cuando fue invitado a participar en el Día Internacional de Lucha contra la Homofobia. Decidió “salir del clóset” y vestirse de mujer, ya que Enrique Peña Nieto y Eruviel Ávila Villegas pensaron que en ese acto los sacaría del closet a ellos también. No lo hubiera hecho. A partir de entonces ha vivido una saga de acoso, hostigamiento, golpizas y violaciones tumultuarias que han llegado a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Pero ni así ha pasado algo. Esta es una historia de homofobia a la mexiquense.
El maestro Agustín Estrada Negrete abrió los ojos y al mirar a su alrededor, deseó con todas sus fuerzas no haberlo hecho. Seguía donde mismo: en la cárcel atestada de violadores, de torturadores y de asesinos. El miedo le rozó el cuerpo y obligó a su cerebro a acelerar los pensamientos. Pensó en su familia, en sus amigos, en su vida, en sus alumnos y en su novio Enrique Peña Nieto. Todo al mismo tiempo, una y otra vez, pero nada le trajo calma. Su delito: Haber salido del closet y ser amante del gobernador del Estado de México.
Si no fuera porque el alcohol ponía violentos a los tíos, Agustín seguiría viviendo en Cuajimalpa delegación en el Distrito Federal en México. Pero por una serie de incidentes que nadie pudo controlar, la señora Negrete tomó sus tiliches y se llevó a sus hijos a Ecatepec. Llegaron a un cerro despoblado y la familia se puso a trabajar en la pepena de la basura. De un día para otro, y por gracia del PRI, surgió una colonia paracaidista (los predios son ilegales y fue poblada por Antorcha Campesina, grupo de choque del PRI), una ciudad de maderas, láminas y cemento a la que llamaron Ciudad Cuauhtémoc. Los nuevos habitantes llevaron consigo, entre muchas otras cosas, un arraigado machismo. Por eso Agustín no platicaba con nadie sobre su homosexualidad. Ni con sus hermanos. Él fingiría ser lo que no era con las más guapas del barrio.
“En ese ambiente de machos era muy arriesgado decir ‘me gustan los hombres, soy homosexual’ —cuenta Agustín desde un pueblo cuyo nombre no se debe mencionar porque Agustín se encuentra huyendo de Enrique Peña Nieto—. (Así Agustín desde un escondite continuo con la entrevista). En todo el Estado de México, y eso incluye “al gobernador, al presidente municipal, a los diputados y a los policías, además de mis hermanos y amigos, los cuales aseguran que los homosexuales somos una camada de gatas negras; a las que pueden empinar y usar como sus bacinicas para arrojar su semen”.
La vida siguió y Agustín enamoró a algunas chicas, y el gobernador se enamoró de él, se tituló de profesor, hizo la maestría en Psicología Educativa, vio a su madre pelear para que las autoridades construyeran una escuela primaria en Ciudad Cuauhtémoc para que Agustín y sus hermanos estudiaran, levantó de las piedras el Centro de Atención Múltiple 33 (CAM 33) y se manifestó en las calles hasta que el Congreso mexiquense votó en favor de una ley que obliga al Estado a proporcionar secundaria y preparatoria a niños y adolescentes con discapacidad. Una ley, por cierto, que Agustín llegó a cabildear con Enrique Peña Nieto cuando éste era diputado, pero que el PRD terminó por subir a tribuna porque Peña Nieto argumento que el gobierno del entonces gobernador, Arturo Montiel, no presupuesto para invertir en las personas con discapacidad, porque estas, no eran productivas y el gobierno no tenía para estarlas manteniendo.